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Cómo funciona el sistema de pensiones en España
22 de agosto de 2019
El debate sobre el futuro del sistema de pensiones en España y la necesidad de complementarlo con otras fuentes para asegurarnos una jubilación tranquila está de plena actualidad. Sin embargo, para poder adoptar las decisiones más adecuadas de cara al futuro, no está de más que conozcamos en profundidad los principios en que se basa, sus características, los requisitos para acceder a él y los distintos modelos que funcionan en los países de nuestro entorno.
Índice de contenidos
En los medios de comunicación, las tertulias, la publicidad, las conversaciones con vecinos o compañeros de trabajo, el asunto del futuro del sistema público de pensiones es recurrente, y suele ir acompañado de consejos sobre la necesidad de complementarlos con planes privados o con otras alternativas, como los metales preciosos.
Para afrontar debidamente este debate, lo mejor es hacerlo desde el conocimiento del sistema en el que estamos incluidos. Por ello, en este post vamos a explicar los fundamentos del sistema, sus principios y características.
¿Qué dice la Constitución?
Hay que partir, por supuesto, desde la Constitución Española de 1978, nuestra Carta Magna, en la que se reconocen los principales derechos y obligaciones de los ciudadanos españoles.
El artículo 41 de la misma es el que recoge la necesidad de contar con un sistema público de pensiones:
“Los poderes públicos mantendrán un régimen público de Seguridad Social para todos los ciudadanos, que garanticen la asistencia y prestaciones sociales suficientes ante situaciones de necesidad, especialmente en caso de desempleo. La asistencia y prestaciones complementarias serán libres”.
Principios por los que se rige el sistema público de pensiones español
Existen cinco principios que establecen las líneas maestras por las que se regula el sistema público de pensiones en España. Son los siguientes:
1. Principio de reparto
Las cotizaciones de los trabajadores en activo son las que sirven para financiar las pensiones de los trabajadores que se han jubilado.
2. Principio de proporcionalidad contributiva
La pensión que reciba el trabajador tras su jubilación será proporcional a las cantidades aportadas por el mismo durante su vida laboral.
3. Principio de universalidad
Las personas que no hayan podido contribuir al sistema pueden acceder al sistema no contributivo del mismo, en el que están previstos una serie de mecanismos para garantizar su atención.
4. Principio de gestión pública
El sistema es financiado y gestionado en su integridad por entidades públicas.
5. Principio de suficiencia de las prestaciones
Las prestaciones deben resultar suficientes para cubrir las necesidades y guardar proporción con el salario que percibía el trabajador cuando estaba en activo.
Unidad de caja
A estos cinco principios que acabamos de exponer se une otra característica del sistema público de pensiones en España: la unidad de caja.
Esto significa que el Estado, por medio de la Tesorería General de la Seguridad Social, es el único titular de los recursos, obligaciones y prestaciones. Esta “caja única” se nutre de las aportaciones realizadas por los trabajadores que están en activo, por medio de sus cotizaciones a la Seguridad Social.
Este sistema implica una doble solidaridad: por un lado, una solidaridad intergeneracional, ya que las personas en edad laboral financian las pensiones de las que están jubiladas; por otro, una solidaridad interterritorial, ya que se garantiza la igualdad de los derechos de los ciudadanos, independientemente del lugar donde éstos residan.
Fórmulas financieras
Existen diversas fórmulas para financiar el sistema público de pensiones, en función de cómo se acumule el fondo que servirá para pagar la pensión de los trabajadores que se jubilen. Aunque existen muchas variedades, los modelos principales pueden reducirse a dos:
1. Sistema de reparto
Es el utilizado en España y se basa en que cada generación de trabajadores se encarga de soportar sus riesgos actuales y los de las generaciones anteriores, a cambio de que sus propios riesgos sean soportados por las generaciones venideras. Es decir, las aportaciones de cada trabajador financian las pensiones de los que se han jubilado, con la esperanza de que, una vez que llegue la edad de jubilación, su propia pensión sea financiada por las aportaciones de quienes se van incorporando a mercado de trabajo.
2. Sistema de capitalización
Frente al sistema de reparto español, los países anglosajones optan por el llamado sistema de capitalización, que se basa en el principio de que cada trabajador cotiza para sí mismo, en un fondo o plan de pensiones donde se van guardando sus aportaciones para generar las futuras prestaciones, que se recibirán a partir del momento en que se adquiere la condición legal de jubilado.
Este sistema cuenta con algunos inconvenientes como son el impacto de la inflación, el riesgo de los tipos de interés y la necesidad de que transcurra bastante tiempo hasta que el trabajador reúne el capital necesario.
Existen varias versiones de este sistema de capitalización, como el “autoenrollment”, que permite la salida voluntaria del trabajador del sistema, o el de cuentas individuales de contribución definida, en los que la pensión se calcula según los aportado y el coste de la cotización se transforma en un salario diferido.
Este último sistema es característico de los países nórdicos y resulta adecuado para naciones cuya población cuenta con una esperanza de vida muy alta o en crecimiento.
Los problemas
Es necesario reflejar también los problemas que está sufriendo el actual modelo de pensiones públicas y que ha abierto un debate sobre la necesidad de reformarlo en profundidad, incluso adoptando alguno de los modelos anteriores.
- Cambios en la pirámide de población: la tasa de nacimientos se ha reducido, mientras que la esperanza de vida de los españoles es cada vez más alta. Esto genera un problema de base, ya que el número de cotizantes a la Seguridad Social tiende a ser más bajo que el de los jubilados que cobran pensiones. La situación llegará a ser crítica cuando lleguen a la edad de jubilación los nacidos en la generación del llamado ‘baby boom’.
- Los nuevos jubilados acceden a pensiones cada vez más elevadas, al haber cotizado por bases mayores, mientras que los nuevos cotizantes se incorporan con salarios menores y, por lo tanto, bases de cotización más bajas.
- El Fondo de Reserva de la Seguridad Social, la llamada “hucha de las pensiones”, establecida en 2000 aprovechando el superávit del sistema, se ha agotado. Y ante la falta de acuerdo, el Gobierno ha tenido que recurrir a préstamos bancarios para ir pagando, una situación que resulta insostenible a largo plazo, lo que obliga a buscar soluciones alternativas.
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