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Metales Preciosos de Inversión

 

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El oro, entre las opciones de inversión más seguras y rentables

14 de febrero de 2019

El mercado ofrece una enorme variedad de alternativas de inversión, capaces de ajustarse a los diferentes perfiles de los inversores. Precisamente esta multiplicidad de opciones puede asustar a los inversores no experimentados, a los que la cantidad de alternativas puede llegar a abrumar.

 
En este artículo vamos a diseccionar de forma sencilla y lo más clara posible las principales alternativas que se presentan en el mercado, con las ventajas e inconvenientes de cada una.

Antes de invertir, sin embargo, es necesario pararse a reflexionar sobre algunas cuestiones que hay que tener en cuenta antes de decantarse por una u otra opción.

No hay inversión sin riesgo

Lo primero y más importante es asumir que no existe inversión sin riesgo. Evidentemente, hay inversiones con mucho riesgo (y mayor rentabilidad, por tanto) y otras opciones más seguras (y menos rentables). Pero todas ellas implican, en mayor o menor medida, un cierto riesgo que el inversor debe estar dispuesto a soportar.

En relación con esta cuestión, antes de invertir, ya sea de forma directa o poniéndonos en manos de un profesional, tenemos que tener claro en qué categoría de inversor nos encuadramos, en función del riesgo que estemos dispuestos a correr.

Las últimas normativas europeas obligan a las entidades que comercializan productos de inversión a clasificar a los clientes con carácter previo. Así, la Directiva Europea conocida como MiFID II establece la necesidad de someter a los clientes a dos tests: uno de Conveniencia, para determinar los conocimientos que posee sobre el mundo de la inversión; y otro de Idoneidad, para ver qué producto o servicio se adapta mejor a su perfil de riesgo.

En este último, entran en juego tres variables que son las que, al final, determinan el perfil del inversor: el objetivo de la inversión, el horizonte temporal y el riesgo que está dispuesto a asumir. 

La paciencia es una virtud

Otra cuestión que hay que tener en cuenta a la hora de invertir es el horizonte temporal que nos planteamos. Tener paciencia es fundamental en el mundo de las inversiones, ya que es muy difícil que recojamos los frutos de la misma a muy corto plazo. En ese caso, estaríamos hablando más de especulación que de inversión, y el riesgo que se corre es infinitamente mayor.

Por eso, es necesario saber esperar, dejar pasar el tiempo para recoger los frutos de la operación. En nuestra mano está decidir si nuestra intención es obtener rentabilidades a medio plazo o somos lo suficientemente pacientes (y tenemos la suficiente independencia económica) como para poder esperar unos cuantos años, hasta que el activo que hemos elegido registre la revalorización deseada.

¿Cuánto se debe invertir?

Para poder invertir a largo plazo, es necesario contar, como decíamos, con la suficiente independencia económica como para permitirnos el lujo de esperar unos años. Esto nos lleva a otra cuestión importante que hay que tener en cuenta antes de lanzarse al mundo de las inversiones: ¿cuánto debo invertir?

Lógicamente, la respuesta a esta pregunta depende del propio inversor y de su capacidad económica. Pero, como norma general, se puede establecer el principio de que no hay que invertir el dinero que se puede necesitar en un futuro. En otras palabras: que el capital destinado a la inversión tiene que ser el que nos sobre.

Los huevos y la cesta

Existe un refrán, mencionado hasta la saciedad en relación con el mundo de las inversiones: “no hay que poner todos los huevos en la misma cesta”. Una vez elegido al destino de nuestra inversión, es fundamental tener en cuenta que no es buena idea invertirlo todo en el mismo tipo de activos, para evitar el riesgo que supondría un acontecimiento catastrófico relacionado con ese mercado, o una crisis que afecte a un determinado sector.

Una cartera de inversión bien diversificada es capaz de compensar las posibles pérdidas derivadas de la exposición a un tipo de activos con las ganancias obtenidas en otro. A eso se le llama prudencia, que es una virtud básica a la hora de invertir.

En cuanto a las alternativas de inversión, son muchas. Éstas son las más habituales:

Acciones

Las acciones son títulos que emiten algunas empresas para financiarse. Llevan aparejados algunos derechos, como el de ser titular de una participación en la empresa, participar en la Junta de Accionistas (el voto depende del número de títulos que se posean) o recibir un dividendo, en caso de que la empresa tenga beneficios y decida repartirlo.

El hecho de tener acciones en la cartera no implica directamente un beneficio para el inversor, salvo el hecho de recibir el dividendo. Pero éste suele ser de apenas unos céntimos por acción.

El beneficio de esta inversión se obtiene cuando se venden las acciones en el mercado después de que hayan subido su cotización. De la misma forma, tampoco se puede decir que se hayan registrado pérdidas con las mismas hasta que no se lleve a cabo su venta.

Por lo general, una de las ventajas de invertir en acciones es su liquidez: normalmente es fácil venderlas y obtener el dinero, especialmente si están subiendo. Pero también hay inconvenientes: la bolsa es muy volátil y puede verse afectada por cuestiones geopolíticas. Además, en caso de crisis, las acciones se convierten en papel mojado, porque nadie está interesado en comprar un título que ha perdido buena parte de su valor.

Además, hay que tener en cuenta el gasto añadido que supone contar con un intermediario profesional, ya que la inversión directa sin intermediarios requiere de un conocimiento previo del mercado, del que carecen muchos inversores.

Bonos

Los bonos son títulos de deuda que pueden ser emitidos por empresas, organismos e incluso gobiernos, como un recurso para obtener financiación.

Se comercializan por un periodo fijado de antemano, que suele ser de cinco a diez años, durante los cuales la entidad emisora se compromete a pagar al inversor unos intereses. Estos intereses varían en función de la duración del bono: a mayor horizonte temporal, mayor rentabilidad.

También están sujetos a otras variables, como las subidas o bajadas de tipos de interés o la inflación, que determinan que sus rendimientos sean mayores o menores, según la situación.

Entre sus ventajas están su bajo riesgo (en especial, si el emisor es una empresa, un organismo o un estado confiable, sin riesgo de quiebra), su alta liquidez (son fáciles de vender en el mercado) y su sencillez (se puede invertir en ellos directamente, sin necesidad de intermediarios).

También presentan desventajas, como una baja rentabilidad o un mayor riesgo en función del horizonte temporal con el que se hayan contratado.

Fondos de inversión


También conocidos como Instituciones de Inversión Colectiva, los fondos con vehículos de inversión que engloban las aportaciones de diversos ahorradores. De esta forma, al aumentar el volumen de fondos aportados, se obtienen unas condiciones más ventajosas para los partícipes.

Éstos ceden la gestión de sus inversiones a un profesional, conocido como gestor, que es quien toma las decisiones de invertir en una serie de activos que considera los más rentables, en función de una estrategia de inversión conocida y aceptada por los propios partícipes.

En ésta se determina el nivel de riesgo que se quiere asumir, lo que implica una mayor o menos exposición a la renta variable (que es más rentable, pero conlleva mayores riesgos que la renta fija). También se puede determinar el ámbito geográfico o el tipo de activos en los que se va a invertir.

Los fondos cuentan con ventajas como el hecho de estar gestionados por profesionales con un profundo conocimiento del mercado. Además, el volumen de los fondos les permite obtener mejores condiciones que si los inversores lo hicieran de forma individual.

También es importante su liquidez: los partícipes pueden entrar y salirse en cualquier momento, respetando las condiciones pactadas en el contrato.

Por el contrario, existen algunas desventajas: hay que pagar comisiones por la gestión y la rentabilidad obtenida depende del riesgo que se esté dispuesto a asumir.

Oro de inversión: Oro papel vs. Oro físico

Una de las opciones más interesantes para los inversores más prudentes puede ser la inversión en oro, un activo que lleva con nosotros más de 6.000 años, durante los cuales ha sido universalmente apreciado, por todas las civilizaciones, y considerado un símbolo universal de la riqueza.

A la hora de invertir en oro, es necesario hacer una distinción entre oro físico y oro papel. Con el primero nos estamos refiriendo al oro en forma de lingotes y monedas de inversión (también llamadas bullion).

Según la Ley 37/1992 de 28 de diciembre, artículo 140 bis, se considera oro de inversión:

1. Los lingotes o láminas de oro de ley igual o superior a 995 milésimas y cuyo peso se ajuste a lo dispuesto en el apartado noveno del anexo de esta Ley.

2. Las monedas de oro que reúnan los siguientes requisitos:

a) Que sean de ley igual o superior a 900 milésimas.

b) Que hayan sido acuñadas con posterioridad al año 1800.

c) Que sean o hayan sido moneda de curso legal en su país de origen.

d) Que sean comercializadas habitualmente por un precio no superior en un 80% al valor de mercado del oro contenido en ellas.

Oro papel

El oro papel, en cambio, hace alusión a contratos con el oro como subyacente, como pueden ser los contratos de futuro o los ETF. Incluso, de forma más amplia, puede referirse a acciones de compañías mineras que extraen oro.

Esta fórmula de inversión, el oro papel, no es considerada por los puristas como inversión en oro, ya que lo único que obtienen los inversores es un certificado en el que se reconoce que tiene un derecho sobre una cierta cantidad de oro, que está depositada en la cámara acorazada de la entidad que lo custodia.

El problema es que la proporción de esos certificados no es 1:1, es decir, que por cada onza de oro que realmente se encuentra en la cámara acorazada, pueden existir 1.000 o más certificados sobre ella, lo que significa que las entidades están creando una burbuja, ya que sería imposible entregar el oro a cada uno de los clientes que lo solicitaran, porque no habría suficiente para todos.

Oro físico

En cambio, la inversión en oro físico garantiza que cada cliente disponga de la cantidad de metal por la que ha pagado. Otra cosa es lo que quiera hacer con él: custodiarlo en su casa (para lo cual hay que invertir en una serie de medidas de seguridad) o cederlo a una empresa especializada para que lo custodie, a cambio de una comisión.

Las ventajas de esta forma de inversión son numerosas: el oro es como el dinero, tiene liquidez inmediata, en cualquier momento y lugar; no tiene riesgo de contraparte; no depende de la solvencia de nadie, sino que tiene valor por sí mismo; nunca va a perder su valor, al margen de las fluctuaciones de su precio; y a largo plazo, es una inversión que suele superar la rentabilidad del resto de activos con los que compite.

De hecho, suele ser habitual que los fondos de inversión y grandes inversores recurran a él como complemento del resto de inversiones, ya que sirve como elemento diversificador de la cartera y ejercer unas importantes funciones como protector frente a la inflación, depósito de valor y activo refugio en caso de crisis o inestabilidad.

Entre las desventajas de este tipo de inversión se encuentra el hecho de que es más adecuada a largo plazo, que es donde realmente se aprecian todas sus virtudes. Los movimientos en el precio del oro no suelen ser bruscos y atraviesan ciclos, que dependen de variables como la cotización del dólar o el estado de los mercados de capitales.

Por otro lado, cuando un cliente invierte en oro físico, tiene que tener en cuenta que va a incurrir en una serie de gastos adicionales. Al precio del metal (que se fija diariamente en el mercado del oro de Londres) hay que añadirle una serie de costes extra: el de fabricación, el de transporte, la comisión de compra y la comisión de venta.

Esto quiere decir que, a la hora de vender los lingotes o monedas, al inversor le van a pagar estrictamente el valor del oro. Para que el negocio sea rentable, el precio del oro tiene que haber subido lo suficiente, desde que el cliente lo compró, para compensar esos costes adicionales y generar un beneficio para el inversor.

Planes de inversión en oro

Se trata de la opción más novedosa para invertir en oro, que mantiene las ventajas que ofrece la inversión en oro físico (seguridad, liquidez inmediata, universalidad), a la vez que compensa los inconvenientes derivados del sobrecoste que el inversor tiene que pagar a la hora de adquirir un lingote o una moneda.

Cuando un inversor compra oro al peso, se ve obligado a pagar entre un 20 y un 30% de prima sobre el precio del metal, que está destinado a cubrir los gastos de fabricación, transporte y diversas comisiones. Esto quiere decir que, a la hora de venderlo, habrá que contar con que el precio de venta supere ese porcentaje, para poder tener un margen de beneficio. De otra forma, no estaríamos ganando nada o, incluso, estaríamos perdiendo dinero.

Por eso, SEMPI Gold España ha ideado un nuevo sistema de inversión en oro, mediante el cual el cliente puede adquirir la mayor cantidad posible de oro con su dinero, ahorrándose todos estos costes. Para ello, la compañía adquiere oro de inversión en los mercados minoristas y mayoristas, con recursos propios, para su venta posterior, en unas fechas predeterminadas.

No se trata de contratos de oro papel, ya que los clientes tienen la posibilidad de custodiar personalmente el metal que la compañía va comprando en su nombre o, si lo prefieren, dejarlo en manos de una empresa especializada.

En concreto, SEMPI ofrece tres planes diferentes, que se ajustan a las distintas necesidades y perfiles de los clientes:

<< 1. Contrato Compra de Oro >>

<< 2. Contrato Compra Planificada de Oro >>

<< 3. Contrato Retiro de Oro >>

Sector inmobiliario

También denominado inversión en bienes raíces, el sector inmobiliario es otra alternativa de inversión muy utilizada en España durante décadas, hasta el estallido de la burbuja inmobiliaria, a finales de la primera década del siglo XXI.

Básicamente, este tipo de inversión consiste en comprar un inmueble, ya sea vivienda, local comercial, suelo urbanizable o incluso plazas de garaje, y venderlo a un precio superior o mantener su titularidad y alquilarlo, a cambio de una renta mensual.

A pesar de las vicisitudes por las que ha atravesado el mercado inmobiliario en los últimos años, hay que reconocer que es un tipo de inversión que no tiene un riesgo elevado. Es difícil que un inmueble pierda su valor. Y en caso de crisis inmobiliaria, se puede aplicar el mismo principio que con las acciones: no hay pérdida hasta que no se venden. Por tanto, solo hay que esperar a que los precios se recuperen.

Como desventajas principales está el hecho de que es un tipo de inversión que requiere un importante capital inicial, para adquirir los inmuebles. Además, es necesario contar con un importante conocimiento del mercado o hacerlo a través de un agente inmobiliario, lo que supone incrementar los gastos con una comisión.

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Recursos 

Descargables

El oro de inversión al que se refiere esta web adquiere su denominación en el ámbito tributario, al tratarse de oro de ley 999,9/1.000 (oro puro).
Art. 140bis ley 37/1992 del 28 de Diciembre del impuesto sobre el valor añadido.

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