El año 2020, con la pandemia y la crisis económica que ésta provocó, representó un punto de inflexión para el mercado del oro, cuyo precio alcanzó el que algunos consideran su máximo registro histórico.

En concreto, el precio spot del metal alcanzó los 2.067,15 dólares la onza durante la sesión del 6 de agosto de 2020, mientras que el fixing de la London Bullion Market Association (LBMA) cerró al día siguiente, el 7 de agosto, a 2.061,50 dólares.

Técnicamente, ése sería el nivel más alto en dólares jamás alcanzado por el metal en toda su historia, al menos nominal.

Sin embargo, en términos reales (es decir, teniendo en cuenta el efecto de la inflación), la realidad es diferente. Como explica Kelsey Williams en un post del blog FXEmpire, el verdadero techo del oro se alcanzó en enero de 1980, con un precio de 850 dólares la onza.

A la hora de escribir este post, el precio spot del metal estaba en torno a los 1.825 dólares la onza, ligeramente por debajo del máximo nominal de agosto de 2020 aunque muy por encima de aquella cifra de 850 dólares del año 1980.

La realidad es que, teniendo en cuenta la inflación, el precio actual de 1.825 dólares la onza es, en realidad, más barato que la cifra de hace 40 años.

 

Como se puede ver en este gráfico de FXEmpire, realizado a partir de los precios medios de cierre mensuales, el precio del metal se ha ido incrementando progresivamente desde los años 70 del pasado siglo hasta alcanzar su máximo en 2020, por encima del umbral de los 2.000 dólares la onza.

Para comprobar la evolución del precio del oro en términos reales, habría que introducir la variable de la inflación, ya que los 850 dólares de 1980 no tienen el mismo poder adquisitivo de la actualidad, sino muy inferior.

En el gráfico inferior, también de FXEmpire, se muestra también la evolución del precio del oro en el último siglo, aunque teniendo en cuenta el efecto de la inflación.

El gráfico muestra el precio real del oro, descontando la inflación, desde el año 1915. En este caso, la línea es bastante diferente respecto a la del gráfico anterior y presenta hasta tres picos en el último tercio, por encima del nivel de los 2.000 dólares la onza.

Así, en febrero de 1980, el oro alcanzó un precio medio de 664 dólares la onza (el gráfico se ha elaborado a partir del precio medio mensual, que es inferior al máximo histórico de 850 dólares).

Una cifra que, teniendo en cuenta el impacto de la inflación, equivaldría a unos 2.309 dólares la onza de la actualidad. Por tanto, éste sería el máximo histórico del oro, ya que ni en la subida del mes de agosto de 2011, tras la crisis financiera (1.825 dólares la onza, equivalentes a 2.210 dólares actuales) ni la media de agosto de 2020 (1.970 dólares la onza, equivalentes a 2.078 dólares) fueron capaces de superar la cifra de 1980.

¿Qué quiere decir esto? Por un lado, que los dólares que se manejan hoy en día valen menos que los que se tenían en el bolsillo hace unos años, es decir, que se pueden comprar menos productos con ellos, ya que los precios han subido.

Esto es lo que se conoce como pérdida del poder adquisitivo del dinero ‘fiat’, es decir, el que está basando simplemente en la confianza en un banco central, en este caso en la Reserva Federal.

Y por otro lado, que el valor del oro se ha mantenido desde los años 80 más o menos en los mismos términos, sin verse alterado por crisis como la de finales de la primera década de los 2000 o la sufrida durante el pasado año a causa de la pandemia.

En consecuencia, quienes depositen sus ahorros en oro en vez de en dólares tendrán la seguridad de que el valor de su patrimonio no se va a reducir a causa de la devaluación de la moneda provocada por la inflación, ya que cuentan con el metal como depósito de valor.

En otras palabras: una onza de oro es una onza de oro, y ha mantenido su valor a lo largo de los años, a pesar de las vicisitudes de las monedas que se han utilizado para cambiarlo.

Así que la elección está clara: ¿oro o dólares? Claramente, oro.